El logo es la cara de tu negocio, así que su diseño no puede ser una cosa que hagas a tontas y a locas. Por eso mismo, sabemos que ponerte a ello sin saber por dónde empezar, puede hacer que te suden las manitas pero, con estos cuatro pasos, vas a conseguir tener el logo de tus sueños sin que te cueste la salud.
El objetivo del logo es representar tu marca (porque no es lo mismo logo que marca) en frente de tu audiencia. Además, tiene que ser algo que te diferencie de tus competidores para que, cuando alguien lo vea te reconozca y se decida por confiar en ti y no en otros.
Saca la libretica y toma nota:
1. Define tu marca al dedillo
Antes de que te pongas a hacer dibujetes, deberías tener una visión clara de quién eres. Siéntate y define qué valores de marca son los que debería expresar tu logo, por qué eres diferente a tu competencia, quiénes son tus clientes, qué quieres que el público sienta cuando vea tu logo… Cuanta más información recopiles aquí, mejor.
Ten en cuenta que, dependiendo de lo que quieras que tu marca transmita, tu logo tendrá un rollo u otro, así que no escatimes en detalles.
2. Busca inspiración y hazte un mood board
Echa tu buen ratico en Pinterest y empieza a guardar todo aquello que puedas aplicar al diseño de tu logo: estilos, formas, colores, tipografía… Todo lo que te entre por el ojo.
Un buen diseñador va a saber qué estilo, colores y tipografía van a representar mejor tu marca (siempre y cuando le hayas dado un buen briefing) pero nunca está de más que le hagas sugerencias para que él también pueda entender tus expectativas y tus gustos.
3. Encuentra a un diseñador
No nos vale tu primo que entiende de ordenadores, sorry. Un freelance, una agencia, un estudio o lo que sea, pero siempre y cuando al volante haya un diseñador de verdad que entienda de branding.
¿Cómo encuentras a un diseñador de confianza? Aquí te toca hacer los deberes. Vas a tener que buscarlo y hacer un poco de investigador. Fíjate en su portfolio, en las cosas que ha hecho y habla con él. Una buena forma de saber si se trata o no de un buen diseñador, es ver lo que pasa después de esa primera conversación con el sujeto en cuestión.
Si antes de explicarle nada ya te ha mandado un presupuesto… ¡Danger! Si después no te manda un briefing para poder conocer a tu empresa como si fuera la suya propia… ¡Más danger! Un diseñador en condiciones no te va a dar un presupuesto hasta que no conozca el alcance real del proyecto ni va a empezar a diseñar hasta no haber exprimido hasta la última gotita de información de tu ser.
4. Timing y presupuestos claros y el chocolate espeso
Cierto es que el proceso de diseño es complicadete de medir en tiempo, el diseño del logo de tus sueños puede tardar desde horas (esto normalmente no pasa, sorry) hasta meses, pero antes de empezar con el proyecto, tienes que dejar claro para cuándo necesitas el logo y el diseñador tiene que comprometerse a darte una fecha límite de entrega. Así ambos sabréis con cuanto tiempo contáis.
Con el presupuesto pasa lo mismo. Aquí no solo basta con poner una cantidad «x», firmar y listo. Asegúrate de que en el presupuesto se especifican cuántas versiones y revisiones del logo vas a tener. Esto no es solo bueno para ti pero también para el diseñador. Nada de sorpresas de última hora, el objetivo es que todos acabemos contentos.
Recuerda que, en la mayoría de los casos, eso de «lo barato sale caro» es aplicable al diseño gráfico. No te decimos que te gastes los ahorros de toda una vida en un logo pero sí que, sabiendo que va a ser algo que te acompañe durante muuuuuchos años, invertir en él unas perricas es buena idea.